Iba a ser el cumpleaños de los padres de Imma y quería regalarles lo más preciado: tiempo con sus más allegados. Quería que sus padres compartieran ese día haciendo algo especial con sus amigos y familia.
Así que me llamó para pedirme que hiciera un taller de flores en el lugar donde se iba a celebrar el evento. Las mujeres se dedicarían a hacer juntas un centro de mesa de Navidad para sus casas y los hombres se organizarían entre ellos para hacer la paella que luego comerían juntos. De esta original idea salió un día entrañable, divertido y especial.
Allí estuvimos con 16 mujeres. SempreViva puso a su disposición todo el material para que crearan un bonito centro de Navidad y ellas pusieron su creatividad y su ilusión.
Un taller así tiene momentos muy diferentes: cuando se dan las pautas básicas todo el mundo está atento, con los ojos bien abiertos, sin perder detalle de las explicaciones. Cuando empiezan a crear, se genera un gran alboroto, se intercambian risas, herramientas y materiales: es la ilusión de empezar a crear. Luego viene el momento mágico del silencio, en el que cada un@ se concentra en su trabajo combinando colores, formas y texturas. Y al final del taller, la gratificante sonrisa en cada rostro, la satisfacción de haber creado algo propio y la alegría de haber compartido esas dos o tres horas con amig@s y familia.
Yo me llevo para mi cada una de esas sonrisas.
3 de Diciembre de 2017
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